Por años se ha pensado que la sección central de la Falla de San Andrés, que se extiende desde San Juan Bautista hacia el sur hasta Parkfield en un tramo de unos 129 kilómetros, tiene un movimiento constante que proporciona una liberación “segura” de energía.
Sin embargo, una nueva investigación realizada por dos geofísicos en la Universidad Estatal de Arizona muestra que los movimientos a lo largo de esta sección no han sido ni suaves ni constantes, como se pensaba anteriormente.
En cambio la actividad ha sido una secuencia de pequeños movimientos a veces denominados como “sismos lentos” que liberan energía durante un periodo de meses.
Aunque estos sismos lentos pasan desapercibidos para las personas, los investigadores señalan que podrían desencadenar grandes terremotos destructivos para las ciudades cercanas, por ejemplo, el terremoto que sacudió a Parkfield en 2004 cuya magnitud fue 6.
“Lo que parecía ser un avance constante y continuo fue en realidad episodios de aceleración y desaceleración a lo largo de la falla”, explica Mostafa Khoshmanesh, principal autor del estudio que se publica en páginas de la revista Nature Geosciences.
“Encontramos que el movimiento en la falla comenzó cada uno o dos años y duró varios meses antes de detenerse”, indica por su lado Manoochehr Shirzaei, coautor de la investigación.
“Estos terremotos lentos y episódicos llevan a una mayor tensión en los segmentos bloqueados de la falla al norte y al sur de la sección central”, afirma Shirzaei, y señala que estas secciones flanqueantes experimentaron dos terremotos de magnitud 7.9, en 1857 en Fort Tejon y en 1906 en San Francisco.
Los científicos también sugieren un mecanismo que podría causar los movimientos intermitentes.
“Las rocas de falla contienen una fase fluida atrapada en huecos entre partículas, llamados espacios de poro. La compactación periódica de materiales defectuosos provoca un breve aumento en la presión del fluido, lo que libera la falla y facilita el movimiento”, explica Khoshmanesh
Los dos científicos utilizaron datos de radar de apertura sintética desde la superficie de los años 2003 a 2010. Estos datos les permitieron mapear cambios mes a mes en el suelo a lo largo de la parte central de San Andrés.
Combinaron las observaciones detalladas del movimiento del terreno con los registros sísmicos en un modelo matemático. El modelo les permitió explorar el mecanismo de conducción de los terremotos lentos y su vínculo con los grandes terremotos cercanos.
“Descubrimos que esta parte de la falla tiene un movimiento promedio de unos tres centímetros por año, un poco más de una pulgada. Pero a veces el movimiento se detiene por completo, y en otros momentos se ha movido hasta 10 centímetros por año, o alrededor de cuatro pulgadas”, dice Khoshmanesh.
La imagen de la falla central de San Andrés que surge de su trabajo sugiere que su movimiento de deslizamiento se asemeja a una pequeña escala de tiempo de cómo se mueven las otras partes de la falla de San Andrés.
Señalan que la nueva observación es significativa porque descubre un nuevo tipo de movimiento de falla y un mecanismo de activación de terremotos, que no se tiene en cuenta en los modelos actuales de peligros sísmicos utilizados en California.
Como Shirzaei explica: “Con base en nuestras observaciones, creemos que el riesgo sísmico en California es algo que varía con el tiempo y es probablemente más alto de lo que la gente ha pensado hasta ahora”.
“Basándonos en los modelos actuales independientes del tiempo, hay un 75% de posibilidades de que ocurra un terremoto de magnitud 7 en el norte y el sur de California en los próximos 30 años”, concluye Khoshmanesh.
Fuente: Sky Alert